viernes, 29 de abril de 2011



Por muchas noches en blanco que una dedique a pensar en su biografía sentimental, la verdad es que encontrará pocas soluciones. Podrá parchear tal o cual relación, pero al final volverá a pasar lo de siempre: Que un momento dado saltará en pedazos, como tantas otras veces. Porque uno es como es, y no es fácil dejar de serlo para querer a alguien, es casi un combate perdido de antemano.
Así que lo mejor que nos podría pasar es que las relaciones sentimentales vinieran con fecha de caducidad. Como los yogures, así sabríamos de antemano cuál es la fecha del final, y no perderíamos el tiempo en inseguridades, sospechas, ni discusiones. Nos dedicaríamos a disfrutar cada momento hasta la ultima décima de segundo.
Aunque, si lo piensas, lo bueno de no tener fecha de caducidad es que nos permite seguir soñando con que esta vez sí, ese yogur, pueda conservarse para siempre.

http://www.youtube.com/watch?v=nM-0XIJqyk8

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